Las elevadas temperaturas y los altos niveles de humedad –proveniente por lo general de lluvias constantes y de perfiles de suelos saturados con disminuida capacidad de infiltración- se constituyen como una combinación ideal para el desarrollo y la rápida diseminación de diferentes clases de hongos en plantaciones de diferentes zonas de nuestro país.
Existen varias enfermedades de origen fúngico conocidas a nivel mundial.
Afortunadamente en nuestro país hasta el momento solamente se ha registrado oficialmente la presencia de una única enfermedad de origen fúngico en pecanes: la ROÑA O SARNA DEL PECÁN (ocasionada por el hongo Cladosporium Caryigenum), la cual esconocida en Estados Unidos como “pecan scab”.
La roña o sarna está reconocida como una de las enfermedades que provoca más daños en cuanto a rendimientos económicos en un emprendimiento de pecanes, mayormente porque afecta yemas, hojas, brotes verdes del año en curso e incluso los mismos rueznos; lo que puede provocar una disminución en los volúmenes y la calidad de la producción del año en curso.
Si el ataque y/o incidencia de la sarna durante la temporada es severa, incluso hasta el volumen productivo y la calidad de la producción de años posteriores puede verde comprometida.
Si bien la sarna ya está ampliamente difundida en diferentes zonas de Argentina, tiene mayor incidencia en zonas con altas temperaturas y elevado número e intensidad de precipitaciones a lo largo de la temporada activa del nogal pecán. Estas zonas son -y seguirán siendo- aquellas con mayor potencial de desarrollo y diseminación.
Dicho de otra manera: si no se toman los recaudos sanitarios apropiados, en zonas donde se produzcan altas temperaturas y se registren altos niveles de humedad, es muy probable que aparezca la sarna.
De lo anterior puede inferirse que además de las condiciones climáticas, el factor que determinará la mayor o menor incidencia económica negativa de la sarna en una plantación es la misma gestión del cultivo llevada a cabo por parte del productor. Lo mismo es cierto para otras enfermedades fúngicas.
Esto significa sencillamente que implementando las acciones correctivas y preventivas pertinentes, el productor puede disminuir al mínimo la probabilidad de aparición de la sarna, y/o detener su avance en caso de que la misma ya estuviera presente en la plantación.
Dicho esto, también es necesario aclarar que siempre convienen más tomar acciones preventivas antes que acciones correctivas/curativas (sobre todo en zonas con alta probabilidad de presión fúngica), pues una vez que la enfermedad se ha diseminado por la plantación, ya no se podrá revertir sus efectos, al menos para el año en curso.
Por lo general, una metodología ampliamente aceptada en la prevención de enfermedades fúngicas es realizar aplicaciones de fungicidas en intervalos de 14 y/o 21 días, comenzando las mismas previo a que comience la brotación, y terminando con la última aplicación entre tres y cuatro semanas previo a que comience la cosecha.
¿Hay una única receta para abordar esta problemática? En lo absoluto. Podrán coexistir tantas recetas como productores existan. Cada pecanero debe ajustar su plan sanitario de acuerdo a su propia realidad, sus recursos disponibles, el momento del año en que se apliquen los productos, las condiciones climáticas y eventos de su zona, el comportamiento y la evolución de su plantación, la respuesta de sus pecanes a los diversos tratamientos, las acciones sanitarias llevadas a cabo en el pasado, etc.
Se trata pues; de diseñar y aplicar un plan sanitario concebido como un “traje a medida” de cada plantación.
A Continuación, se expone algunas recomendaciones de manejo que han dado excelentes muestras de efectividad en el manejo de nuestras propias plantaciones
¿Cómo evitar el problema de los hongos?
Lo más recomendable por supuesto es utilizar métodos preventivos para evitar la aparición/diseminación… ¿por qué? Una vez que las partes verdes de los pecanes están cubiertos por el hongo es demasiado tarde: las yemas, hojas y rueznos infectados no se pueden curar. Nuevamente: “más vale prevenir que lamentar”, pues una vez que la sarna del pecán se ha diseminado en la plantación, los efectos negativos del hongo en la temporada en curso ya no se podrán revertir.
Nuevamente: mejor prevenir que curar.
El método principal –y lo más efectivo- es realizar una aplicación de fungicidas antes de entrar en un período en que hay una alta probabilidad de que se desarrolle y/o disemine el hongo, dadas las condiciones climáticas.
Para ello se recomienda llevar a cabo una aplicación foliar de fungicida agrícola a fines de agosto o principios de setiembre cuando las yemas están hinchadas y luego; volver a realizar aplicaciones de fungicidas cada 2 o 3 semanas si hiciere falta según cómo evolucione la enfermedad o si se presentan condiciones climáticas favorables para el desarrollo de la misma.
El número de aplicaciones dependerá del clima, la diseminación y virulencia del hongo y de la susceptibilidad de las variedades. En Estados Unidos por lo general las plantaciones requieren aplicación de fungicidas cada 2, 4 o 6 semanas desde principios de primavera hasta finales del verano.
Para lograr la mayor eficacia en el control de la sarna del pecán –o cualquier otra enfermedad fúngica que pueda presentarse- se debe pulverizar toda la plantación en forma abundantemente a punto de goteo.
El punto de goteo simplemente consiste en realizar la aplicación de fungicida hasta poco antes de que la mezcla de fumigación comience a escurrir desde la punta de las hojas.
Una pulverización eficaz debe lograr la mayor cobertura posible del tronco, las hojas y yemas; con la mayor penetración posible hacia el interior de la copa y con mínima deriva del producto.
Lo correcto es ir variando los productos que se apliquen, con el fin de que los mismos presenten diferentes principios activos en su composición, lo que generalmente se logra acudiendo a distintos productos comerciales. El objetivo final de esta práctica -rotación los fungicidas- es evitar el acostumbramiento del hongo (que los hongos se vuelvan resistente al producto en cuestión).
Para aplicar los fungicidas en concentraciones adecuadas lo recomendable es utilizar las dosis recomendadas por el fabricante, lo que generalmente viene indicado en la etiqueta del producto.
En nuestro caso, utilizamos los siguientes fungicidas:
A esta formulación conviene agregar 500 cm3 de tensioactivo no iónico -o coadyuvante-. Esto se hace para lograr una mejor adherencia de las gotas.
En plantaciones no comerciales, en jardines y pequeñas plantaciones usualmente no es factible aplicar fungicidas por el costo involucrado en la compra de agroquímicos y la disposición de equipos y/o maquinaria para fumigación. En estos casos otra alternativa para reducir la incidencia y la potencial aparición de enfermedades fúngicas consiste en realizar tareas sanitarias en la plantación.
Las tareas sanitarias incluyen la limpieza del suelo de la plantación, para lo que se remueven hojas, rueznos y restos de nueces y se suele desmalezar el terreno. Los rueznos que permanezcan en el árbol al final de una temporada deben en lo posible ser eliminados. También deben podarse los tallos que estén infectados.
Para grandes plantaciones, las prácticas sanitarias se recomiendan como método complementario al de la aplicación de fungicidas para combatir estas enfermedades
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